Es lo habitual al llegar a la adolescencia los chicos quieren tener más libertad, lo cual significa que quieren llegar más tarde a casa cuando salen, etc.
Entonces comienza el tan temido tira y afloja.
Es necesario que esto no se convierta en causa de ruptura de la armonía familiar. Es bueno dialogar con ellos, mejor que imponer y prohibir. Como padres nuestra meta ha de convencer, más que la de vencer. Sus ansias de libertad, a menudo, chocan con el NO de sus padres y entonces surge el conflicto.
Nuestos hijos, al llegar la adolescencia, deben estar absolutamente informados de los riesgos que implica la libertad: experiencias sexuales precoces, alcohol, drogas, fracaso escolar, etc. Debemos hacerles ver que las elecciones que hagan van a configurar su persona y su vida futura.
Es muy dificil que un adolescente tenga claro lo que quiere en la vida. Por eso todos los jóvenes necesitan de la guía de un adulto. El problema es que los jovenes se creen en posesión de la verdad, se bloquean y no escuchan. En estos casos hay que buscar el momento más adecuado para hablar con ellos.
A los adolescentes les faltan el autodominio y la fortaleza necesaria para dirigir su vida por eso necesitan de sus padres, aunque a veces no quieran reconocerlo.
Hemos de acompañarles en este período tan crucial de su vida. Este es el momento en que más debemos dialogar con ellos.