Hoy en día se han puesto de moda en muchas series televisivas modelos de familias muy peculiares en donde los padres son practicamente "amiguites y coleguillas" de sus hijos, con los que comparten en gran medida la forma de hablar, pensar e incluso actuar.
El gran error de esta actitud está en el hecho de que los padres nunca deben bajar ese "escalón" que les separa de sus hijos y en el que se fundamenta su autoridad sobre ellos. Si lo hacen, estarán renunciando a su papel de tales. Ya deciá Aristóteles que la amistad como tal solo se puede dar entre iguales, y pienso que tiene razón. El problema es que un padre y un hijo nunca podrán ser meros iguales ni estar al mismo nivel.
Un padre no es que no sea amigo de su hijos, sino que es mucho más que eso: es su padre, que no es lo mismo.
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