Vivimos en un mundo en el que casi todo está regulado por normas que debemos obedecer (contratos,horarios,plazos,etc..). Nadie puede ir por libre. Cualquiera de nuestras jornadas, veremos que nos pasamos la vida obedeciendo. Esto es algo que nuestros hijos deben tener muy claro.
La obediencia que pedimos a nuestros hijos ha de ser una obediencia inteligente, no una obediencia servil. La obediencia esta siempre muy unida a la confianza que se tiene en quien nos manda : obedecemos a alguien porque le conocemos y nos fiamos de él, y sabemos que solo quiere el bien para nosotros. Por eso, los niños solo pueden ser educados por alguien a quien conocen y saben que les quiere.
Podemos afirmar que la virtud de la obediencia solo pueden vivirla aquellas personas que saben usar la libertad de modo adecuado. El problema es que, hoy en día, en ciertos ambientes culturales esta mal vista esta virtud, a la que se pretende equipar con conciertos distintos y negativos, como sumisión, opresión, etc, lo cual es un error y una manipulación del lenguaje.
La auténtica obediencia libera al hombre.
El hombre que niega a obedecer está tan sumamente endiosado y ensoberbecido que no es capaz de admitir ninguna instancia superior a él.
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